lunes, 20 de agosto de 2007

Don't Cry

Cuatro años… cuatro años, no es nada para las eras geológicas ni mucho menos para la edad del universo, sin embargo en cuatro años se puede perfectamente celebrar un mundial, unos juegos olímpicos, y no sé que más tipo de chorreras anónimas como digamos un plan de vida más o menos bueno. El ser humano jamás puede hacer algo totalmente conciente porque nunca pasa por su imaginario la posibilidad de aquellos imprevistos-imprevistos que vienen a botar todas las capas de cimientos mentales que se construyeron en algún insulso momento.

En el caso de fracaso de qué se puede quejar uno sino de que se es realmente estúpido al tener fe, y en ese supuesto para que quejarse si el estado de estupidez es inconciente y de nacimiento. Bendita humanidad, cuando estamos más cerca de alcanzar nuestros sueños, pum!! la cagamos y/o nos cagan. Extraña naturaleza escatológica la humana ¿somos unos cerdos al final de cuentas o únicamente buscamos imitarlos como una reminiscencia del parentesco que tenemos con los monos?

El dolor verraco que deja el fracaso no se compara con nada salvo con el dolor que debió de haber sentido la madre de la gran puta al saber que su nombre iba a ser olvidado para siempre, o con el dolor de patas que anda, aún hoy, el desgraciado judío errante de Apollinaire (ahora existen los tenis, Dios le está dando una nueva oportunidad).

Si se quiere comprender el sufrimiento del fracaso, dicen algunos, es necesario autosatirizar las conmovedoras lágrimas que salen de nuestros ojos fulgurantes de miedo... mentira!!, lo que
menos se quiere hacer cuando se está sin ni fukinshit es doblarse de la risa, a menos que a la par nuestra este otro ser humano todavía más perdedor que nosotros, pero después qué: aún sigue el fracaso, obscenamente cerca, como la lengua de un perro que lame los culos de los transeúntes.

Para combatir el dolor no queda más que ayudarse de unos tragos y varias decenas de cigarrillos, y si continúa, con un buen porro y un frasco de jarabe para la tos (el dolor alcanzando proporciones divaynes...) y si aún no hay alivio, se tendrá que acudir al transcurso del buen tiempo o bien convertirse en estatua de sal y esperar que el viento desaparezca todo indicio nuestro. Amén.

(en tono de balada Don’t cry babe, don’t lose your faith, too much pain is waiting for us…isn’t over yet.)

1 comentario:

Julio Serrano Echeverría dijo...

Qué pijazo vaa papa... total a pura moronga se sigue mano, como dice un cuate "no hay nada como el sabor de la sangre en la boca"... abrazo pues