domingo, 24 de julio de 2011

Réquiem para la Winehouse


Pienso en ti Amy Winehouse, te admiré, pero también te temí, porque la intensidad con que cantabas era proporcional a la pasión que sentías por morir como la última de las criaturas recordadas por Dios, es por eso, cuando aún tu alma ronda este plano de la existencia que me atrevo a hablarte.

El dos, y un poquito más, fue tu número de magia negra: Frank/Back To Black, discos suficientes para ganarte millones de corazones confundidos y ansiosos que descubrieron que a mitad de la más intensa luz, existe un punto negro que canta la nostalgia de las llagas que se cubren pudorosamente en el alma; los hombres te liberaban de las drogas, y las drogas te liberaban de los hombres... el tormento fue el timón de tu vida.

Amy, el diablo se convirtió en músico y tocó a gusto el contralto de tu alma, y no te mentiré, jamás tuviste oportunidad de redención porque hasta el mismo cielo se fascinó con el resultado, sé que nunca quisiste pertenecer al club de los 27 como abusivamente quieren encasillarte ahora, no te enojes, para continuar con la vida se necesita de cábalas baratas que expliquen la razón del por qué en ti jamás existió el mediodía.

Si hay un más allá, tu alto peinado eclipsará por una infinita brevedad la luz de las estrellas, no puede ser de otra manera, porque siempre te gustó dislocar los momentos solemnes; caminaras en zigzag, acompañada de Charlie Parker, como si estuvieses a mitad de un pentagrama disparando bellas aves que saldrán de los puntos suspensivos que la vida marcó en tu dentadura, y las cuentas estarán saldadas.

Tu mayor mérito ha sido saber como dejarnos.